miércoles, 6 de enero de 2010

LA DISCIPLINA COMO MECANISMO FÍSICO-ANATÓMICO DE PODER Y GENERALIZABLE

Foucault en el texto de El Panoptismo, hace una especie de recorrido histórico acerca de la manera como se ejercen el poder y la disciplina en los diferentes tiempos (Siglos XVIII-XIX), basándose en unos archivos militares de la época. Puede resultar interesante, ver como para contextualizar al lector, Foucault describe el tipo de vigilancia que se despliega desde el momento de una enfermedad o para imponer un castigo, ya que se pretende conseguir un orden social desde procedimientos individuales , y una posición o lugar, por medio del encierro, el exilio de los enfermos, de la guardia incesante, llegando así a la conformación de establecimientos de control individual, a su vez que a la reglamentación de unas técnicas que pretenden inspeccionar y corregir a toda clase de individuo, etiquetándolo y procurando modificarlo como merecedor de pertenecer a una sociedad.

A partir de entonces, se llega a lo que se denomina el establecimiento Panóptico, que está dispuesto de tal modo que todos los individuos puedan ser vigilados constantemente, pero a su vez, se les impida observar a quien ejerce este tipo de control, pues esto es lo que garantiza el poder y quizás el encauzamiento de la conducta. En la película “Los Coristas”, hubo cierto tipo de acercamiento no tanto físico sino como ente castigador y alerta, a lo que es la descripción del Panóptico, ya que los educandos eran vigilados por sus maestros (o Prefectos, que hasta en algunos momentos se dejaban contagiar por la vivacidad de sus menores), pero estos también eran controlados por el director de la Institución, quien a su vez, dependía de sus patrocinadores; y así se va convirtiendo esto en una escala generalizada, en donde todos aquellos que forman parte de un organismo o Institución, se ven obligados a cumplir con lo ya estipulado por ésta. Además, el Panóptico permite, paradójicamente establecer diferencias entre los individuos; se dice paradójico, en tanto se pretende hacer de una multiplicidad de seres, como son mencionados en el texto, una sola masa plausible de reconocimiento social, facilitando así el ejercicio del poder por parte de quienes lo practican; y difundiendo este esquema en la sociedad, de tal manera que se cumpla con la función general de disciplinar.

Es en este punto, donde se puede decir que Foucault comienza a realizar su crítica a lo que se ha entendido en el tiempo como disciplina; ya que la divide en dos imágenes: la disciplina de la institución cerrada (época de la peste) y la disciplina mecanismo (el Panóptico), afirmando a su vez, que son aspectos más profundos los que encierra esta amplificación o generalización de los procesos disciplinarios, en tanto, la función de la disciplina se invierte promoviéndola más como fábricas de “individuos útiles” , es decir, volcando la agresión, la ignorancia, la holgazanería a tal punto, que los individuos se vuelvan entes productivos. Otro aspecto es la desinstitucionalización de la disciplina, ya que por ejemplo, no es sólo a los menores que asisten a una escuela a quienes se vigila, sino que se penetra al interior del núcleo familiar para también ser controlado. Y por último la mirada invisible de los cuerpos de vigilancia, que como en la época de la peste, observaba, pero no era visible, permitiéndole esto controlar a toda la sociedad, para adquirir orden y obediencia, en donde cualquier individuo puede llegar a ser quien ejerza el poder (de ahí la tan mencionada Democracia).

A partir de lo anterior, Foucault niega que la disciplina se identifica con instituciones o aparatos, mientras que afirma que es un tipo de poder, con un conjunto de reglas y procedimientos, siendo utilizada como fin, como medio para reorganizar una comunidad o como principio de un cuerpo organizador; promulgando el orden, la obediencia, la recta conducta; siendo así una técnica que se generaliza formando entonces una sociedad disciplinaria; en donde dicha técnica ya no es sólo una sino que se difunde de tal modo que se habla de muchas disciplinas, que ejerciendo el poder, logren un alcance que incremente la productividad de todos los elementos que componen el sistema. Hay pues tantas características de éstas, como dificultades a resolver dentro de dicho sistema existen: disciplina reguladora, dominadora, discreta, económica, favorable, etc; por las cuales ya los métodos tradicionales se transformaron en métodos de sometimiento y sumisión, en donde los individuos aun son catalogados como productos de un mismo paquete; un claro ejemplo es también el observado en la película “Los Coristas”, en la cual se muestra mínimamente lo que se ha pretendido desde siglos pasados con la educación: formular unas técnicas, reglas generales, en donde todo individuo que pertenezca a este tipo o cualquier tipo de Institución debe someterse; ya lo dijo Foucault: “Lo que generaliza entonces el poder de castigar no es la conciencia universal de la ley en cada uno de los sujetos de derecho, es la extensión regular, es la trama infinitamente tupida de los procedimientos panópticos”.
El punto que Foucault rescata, y con toda certeza, es el del nacimiento de la investigación y su vínculo con la jerarquía monárquica (con el poder por lo tanto), y con el saber, como un análisis disciplinario, ya que como las características de la disciplina lo refieren, la investigación es un método riguroso, parte de una observación meticulosa, con unas propuestas, unas funciones y un fin; pero como se mencionó ya, no se puede desconocer que la raíz de este método también está en el procedimiento penal, en la búsqueda de una verdad, en donde vuelve a jugar su papel principal la disciplina mal entendida como utilización de poder, ya que en toda Institución que se respete, quien lo ejerce busca someter, pues si no lo hace no será digno de ocupar ese lugar y será desplazado; de ahí que como dice nuevamente Foucault: “¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?”

BIBLIOGRAFÍA
FOUCAULT, Michel. El Panoptismo.

DEL DESATRAPE DE LA INTELIGENCIA

“A lo largo de mi batalla íntima he sido una ella, una tú, una Donna, una mí y finalmente una yo”

En los textos “Lugar del cuerpo en el aprendizaje”, “El fracaso en el aprendizaje” y “¿Fracaso escolar?”, Alicia Fernández hace un análisis acerca de lo que es la diferencia entre el cuerpo y el organismo, así como la función de estos en el proceso de enseñanza-aprendizaje; y en términos generales, la diferencia entre fracaso escolar y problemas de aprendizaje; a la vez que rescata la importancia del deseo y del placer por aprender del educando, como del enseñar del docente, calculando así, que éste último debe tener también la facultad de reconocer que el primero puede a su vez enseñarle desde sus experiencias y habilidades.

En el “Lugar del cuerpo en el aprendizaje”, la autora además del cuerpo y del organismo, habla de la importancia que tienen la inteligencia y el deseo, como niveles implicados en el proceso de enseñanza-aprendizaje; asumiendo que por el cuerpo el individuo se apropia del organismo, en el cual se encuentra la inteligencia y el deseo; apropiación que depende también del dominio del objeto, que se da por previo conocimiento. Además, en el texto se resalta el papel que cumple el cuerpo como aquel que manifiesta el placer y el gozo de aprender-enseñar, elemento tal que en la modernidad no es muy tenido en cuenta a la hora de impartir los conocimientos, ya que los docentes se sujetan a dictar sus cátedras a un cúmulo de educandos (denominación que no cabría en este espacio, ya que si tenemos en cuenta la etimología de la palabra educar: del latín e-ducare: conducir desde dentro hacia fuera, constituyendo así como labor del docente, sacar fuera, al mundo, todo aquello que el estudiante va adquiriendo en su ser; no tiene nada que ver con lo que se ha planteado hasta este momento, pues en lo relatado, el docente sólo derrama su conocimiento o información sobre aquellos que están prestos y porqué no, muchas veces obligados a escuchar de manera estática y sin permitírseles brindar su aporte), sin importar si realmente, estos los están recibiendo y de qué forma, pues no se le presta atención a la manera de dirigirse a ellos, ni al vínculo o tipo de relación establecida entre docente – estudiante; punto en el cual la autora hace hincapié cuando nos plantea: “…el vínculo con la persona que le da al bebé el chupete, que establece una relación con él tiene tanto valor como la boca. Y en el aspecto del aprendizaje más.” Es decir, si es tan importante el vínculo entre quien enseña y quien aprende, pero este es obviado en la gran mayoría de Instituciones y por parte de quienes se dedican al ejercicio de la docencia, aquellos que se reservan el centrarse a su vez en su propio cuerpo, para darse cuenta de cómo están transmitiendo lo que hace parte de su labor y vida cotidiana, no sólo con repeticiones ni prohibiciones, sino con deseo y permitiéndose también aprender; tampoco podrán tomar conciencia de cómo los seres hacia quienes se dirigen reciben sus enseñanzas y con cuánto placer o desagrado lo hacen.
Cabe citar aquí a Francoise Dolto, cuando nos dice: “Para ir haciendo comprender al niño que la realidad no es como él la imagina, es necesario introducirlo en el lenguaje...” Y qué mejor manera, que intentando con el lenguaje corporal, pues como es bien sabido, el cuerpo también nos habla, de ahí la importancia que tiene éste en los momentos de enseñanza, y más aun si tenemos en cuenta que el niño aprende por imitación (en una escuela donde sus docentes son parcos, el niño también podría ir reflejando tales actitudes), y no sólo por imitación del habla, sino del reflejo de la corporeidad (aspecto que además serviría para enseñar al niño a pensarse como un ser con identidad propia).

Retomando entonces a Alicia Fernández, cuando nos habla de “¿Fracaso escolar?” y “El fracaso en el aprendizaje”, con su cautivador subtítulo: ‘Fracaso del que aprende o del que enseña’, nos da pie para reflexionar acerca de la responsabilidad que tienen todas las partes en el proceso de aprendizaje del ser humano, tanto de la familia, como de la Institución y por último de aquel niño o joven que acude a recibir su enseñanza; indicando así, que el mal llamado fracaso en el aprendizaje no es más que una negación a lo que la sociedad pretende imponer, sin tener en cuenta las esperanzas, los anhelos, los deseos, las habilidades y los intereses de quien se está educando, impidiendo que salga del individuo aquello que dejó guardado, como muy bien lo nombra Alicia Fernández, dejando su “inteligencia atrapada”. De ahí, que se hable pues de problemas de aprendizaje, de fracaso, de inhibición, de síntoma; todo aquello que le dificulta al aprendiente estar en una posición más tranquila, más de goce, disfrutando realmente del arte de ser educado. Dificultad que se halla muy marcada por la falta de reconocimiento de las funciones de la familia en este tan mencionado proceso de aprendizaje, por no darle cabida a la historia personal del individuo que aprende (algo muy complejo en la sociedad, si se tiene en cuenta que serían alrededor de 40 individuos mínimamente por aula de clase). Aprieto , además, que tiene que ser expresado de alguna otra manera o como “síntoma”, debido a todos estos obstáculos que interpone la vida misma para quien está en dicho proceso. Y esto contando con sujetos que yo llamaría más afortunados, pues tienen la posibilidad de dejar surgir de algún modo eso que los aqueja; ya que también existen quienes como nos dice la autora y ya nos lo había enseñado Freud, se quedan inhibidos, seres para quienes puede ser más arduo o quizás opacado el aprendizaje como tal.
Anotaré aquí un planteamiento de Francoise Dolto, a manera de explicación sobre por qué tantos niños rechazan la escolaridad: “Pero hasta las horas de ocio están dirigidas. El tiempo libre es impuesto…Lo que cancerizó el sistema fue haber implantado la escuela obligatoria.”

Pero Alicia Fernández no se queda en los asuntos espinosos del aprendizaje, sino que también propone algunas estrategias para todos aquellos que de una u otra forma se encuentren inmersos en la encantadora labor de la educación, especialmente, a los psicopedagogos, sugiriendo técnicas de intervención con los individuos que ya han sido etiquetados con dificultades de aprendizaje, con sus docentes, y con sus familias, devolviendo así la responsabilidad a cada uno de los involucrados en dicha tarea. Rescatando a su vez, no sólo la autora, sino muchos otros estudiosos del asunto, la importancia del cuerpo, el espacio, el interés, el tiempo libre, el vínculo, etc.
También Francoise Dolto nos lleva a pensar acerca de estas posibles estrategias: “Si todavía leen con torpeza, los niños no pueden representarse bien lo que contienen los libros. No veo razones para que no continúen en lectura y escritura todo el tiempo necesario, y, durante éste, hagan trabajos manuales, natación, prestidigitación, danza, música, etc., en fin, todo lo que puede interesar a un niño manual, hasta que sepa leer y escribir perfectamente. Y, a partir de ese momento: ‘Aquí tienes todas las cosas nuevas que, si quieres, puedes hacer”

Para concluir, todos tenemos una gama de capacidades y aptitudes, que se pueden emplear de muchas maneras productivas; pero por desconocimiento, o por estar arraigados a las costumbres y tradiciones metodológicas, quizás estemos destruyendo muchos edificios antes de ser construidos, derribando aviones sin ser creados, talando árboles sin sembrarlos, silenciando músicos y poetas sin darles un instrumento, atando bailarines antes de verlos crecer, ocultando códigos matemáticos antes de desarrollarlos…, y esto por no facilitar el proceso de desarrollo de aptitudes de quienes algún día podrán reconstruir su espacio. Me pregunto entonces, ¿El sistema educativo evolucionará de tal manera que a partir de la Docta Ignorancia se fortalezcan los vínculos en las familias, se disfrute la labor de Educar y de Aprender?, o simple y cobardemente, ¿Seguirá acallando las voces de esos seres que con sus diferentes modos de pensar se han imaginado y han trabajado por un mundo más libre y más humano?
NO PERMITAMOS QUE LA INTELIGENCIA SIGA QUEDANDO ATRAPADA…

BIBLIOGRAFIA

• WILLIAMS, Donna. Aquí no hay nadie: La extraordinaria autobiografía de una niña autista. Editorial Norma. Barcelona.
• FERNÁNDEZ, Alicia. La inteligencia Atrapada. Buenos Aires. 2002.
• FERNÁNDEZ, Alicia. Los idiomas del aprendiente. Editorial Nueva Visión. 2000
• DOLTO, Francoise. La causa de los niños. Buenos Aires. Editorial Paidós. 1986.

martes, 5 de enero de 2010

ENTRE LA AGONÍA Y LA SOLEDAD

“No existe muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia cuestiona al mundo. Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente y, aun si la conoce y la acepta, es una violencia indebida”.
De Beauvoir, Simone. “Una muerte muy dulce”

Y si sólo te permito hacer parte de mi vida…si no me niego más tu compañía, si dejo que me abrume tu presencia y que de mí tú seas dueña….

¿Por qué al pensarte pierdo el sosiego, y al descubrirte desespero?
¿Qué pretendes con tu cercanía, si yo lo que quiero es vida?
Acaso, ¿Debo rendirte pleitesía…o seguir viviendo de ti escondida…?

El solo recordar como me has arrebatado a quienes quiero me hace odiarte y jamás desearte…pero más sufro cuando sé que de mí tú haces parte, y que también de mí has de apoderarte…

Tantas noches he llorado, pensando en quienes te has llevado y que sólo en mis recuerdos quedan, porque te ufanas de tu poder y de tu astucia, esperando que rendidos a ti lleguemos, sin tener de alguien un consuelo…

Otras tantas, a la puerta de mi casa has tocado, pero luego de mirar por la ventana y reconocerte más oscura que el cielo, prefiero decirte vete de mi lado, aun no quiero…

¡Qué cruel eres!, ¡OH, maldita muerte!

Cuantos deseos tengo de matarte y no angustiarme más por esperarte…
Porque si bien sé que de mi vida haces parte, no quiero que a mí logres acercarte…
(Milena Restrepo)



“ENTRE LA AGONÍA Y LA SOLEDAD: El Congelamiento de la Existencia”

Cómo sería posible hablar de la agonía y de la soledad sin tener un previo acercamiento a lo que estas maravillosas palabras encierran dentro de sí…Espero que más que una posición trágica del asunto sea visto como mi modo subjetivo de entender lo que implica el aceptar estas dos cómplices de la que se considera la compañera inseparable del ser humano y de la vida misma: LA MUERTE.

Me permito entonces aclarar un poco la etimología de estas palabras.

CONCEPTOS:
Agonía: La palabra agonía viene del griego ἀγών (agón - Lucha). Se refiere a la angustia que sufre una persona cuando esta al borde de la muerte. Es decir, cuando esta luchando por su vida. http://etimologias.dechile.net/?agoni.a

Soledad: La etimología de la palabra soledad refiere que proviene de latín “solitas”. Se trata de un sustantivo femenino que significa “carencia voluntaria o involuntaria de compañía; lugar desierto tierra no habitada; pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa”
http://cerquesii.ning.com/forum/topics/para-ti-que-es-la-soledad

Continúo expresando la profundidad a la que me somete el pensar estos dos conceptos, y más aun el acercarlos a lo que tanto me he negado….

CUANDO COMIENZA LA AGONÍA…
Al pensar en la agonía me atrevo a decir entonces, que el hombre ha estado en esa continua lucha desde el momento mismo de su nacimiento, cuando indefenso gime y llora para que sean satisfechas sus necesidades, y grita más fuerte para ser escuchado; pero cuan inmensa puede ser su angustia al no poder darse a entender con su llanto, que es la única forma posible de manifestación de su necesidad, y recibir a cambio todo lo contrario a lo que desea.
Así va transcurriendo la vida y tiene que renunciar constantemente a deseos insatisfechos, a interrogantes sin posibles soluciones….No es entonces la agonía que nos plantea la medicina como lo experimentado en los instantes finales de la vida.

Y ¿Qué decir pues de aquellos, quienes además del trauma de su existir, tienen que enfrentar uno más como lo es el de una enfermedad terminal?
Cuando al momento mismo del diagnóstico de su enfermedad, tienen que degustar el sabor amargo de la inquietud, la duda, la culpa, etc…simplemente, porque su psiquismo los lleva a enfrentarse con aquello que han visto pasar por otros, pero que ellos jamás en su conciencia consideraron posible de vivenciar, aun reconociendo que es la única verdad y es el fenómeno de la muerte como tal. Es en ese preciso momento donde se desencadenan una serie de experiencias, pensamientos y sentimientos que le impiden hablar de eso que los agobia, ese sufrir que los atormenta, esa necesidad que en un bebé no es entendida por desconocimiento de su llanto, y que en él no se comprende por dificultad hasta para expresarlo. Como lo dice Tolstoi en La muerte de Iván Ilich, cuando el médico no hacía más que dar sus opiniones al respecto de la enfermedad: “De las palabras del doctor infirió Iván Ilich que estaba mal, que al doctor, en resumidas cuentas, ello le tenía sin cuidado, pero que él estaba mal. Esta conclusión sobrecogió dolorosamente a Iván Ilich, despertando en él un sentimiento de profunda conmiseración hacia sí mismo…” (p.45) “…En cuanto a aquel dolor sordo, molesto, que no cesaba ni un segundo, después de las ambiguas palabras del doctor adquirió un significado distinto, más serio. Iván Ilich estaba pendiente de él con un nuevo sentimiento de angustia” (p.46)

“Y si para el otro no es nada fácil soportar su silencio, para el moribundo es menos fácil sentirse prisionero de sus propias emociones y fantasmas, esas expresiones de su alma que vuelta sobre sí misma y, aún desde la vida, padece aterrorizada ante lo inevitable e innombrable.”[1]

EL POR QUÉ DE SU SILENCIO…
Pero ¿Cómo hacerlo, cómo expresar ese sufrimiento siendo prisionero de sus dolores y sus angustias?, esos que el otro no lograría entender por una razón muy sencilla y es que mientras el enfermo sufre por su desgaste, su enfermedad, su vida resquebrajada, el otro goza de buena salud. Nuevamente, citando a Tolstoi en La muerte de Iván Ilich: “Sobre todo le irritaba Schwarz, con su jovialidad, su vitalidad y su urbanidad, cosas que a Iván Ilich le recordaban cómo era él mismo hacía diez años.” (p.51)

Y DE SU ANGUSTIA…
Y es que dicha agonía no se da sólo por ese saber inconciente, sino aquel malestar psíquico por el reconocerse como mortal con todo lo que esto implica: dejar de existir, como atentado al narcisismo y a la omnipotencia que siempre lo han caracterizado; abandonar a quienes ama y la duda de si lo recordarán y cuáles serán esas cosas que tendrán presentes de él; renunciar a los placeres del mundo físico, de los cuales él ya no podrá gozar; es decir dar la cara a esa única verdad que puede acompañar al ser humano: la inminencia de la muerte, que además, no se sabe en qué lugar está o si realmente existe un lugar al cual llegar cuando ésta se da; ya lo decía Iván Ilich: “El problema no está en el intestino ciego ni en el riñón, sino en la vida y…la muerte. Sí, tenía vida, y ahora se va, se va y no puedo retenerla…¿Qué habrá, cuando falte yo? No habrá nada. Entonces, ¿Dónde estaré, cuando ya no sea? ¿Será la muerte? No, no quiero.” (p. 56).
Iván Ilich, se ha convertido en una de las más claras representaciones de lo que un paciente al final de la vida siente, sufre y experimenta; es tan inminente pero tan negada la presencia de la muerte, que “En lo más hondo de su alma se daba perfecta cuenta de que se moría, pero él no estaba acostumbrado a ello; además, no lo comprendía, no podía comprenderlo” (La muerte de Iván Ilich, p. 58), el enfermo sufre silencioso; un silencio con el que quizás pretende acallar su agonía y su certeza; tratando de alejar de sí cualquier pensamiento que lo remita a esta, lo cual es imposible, porque se presenta no sólo como pensamiento, sino como la realidad, que se detiene, se para enfrente y atrayéndolo hacia sí, lo obliga a mirarla a la cara, sin poder desprendérsele; pues para el enfermo, el hecho de ser conciente de su dolor, hace que la muerte sea la única verdad que penetra todo, y que no se oculta con nada.

DE LA SOLEDAD…
Pero lo peor es que esa es la única compañera, trágica y amarga pero compañera del enfermo al final de la vida, quien preferiría estar solo, ya que ni siquiera los seres que le rodean pueden alivianar su angustia y su dolor, y menos aun morirán con él; como lo decía Leticia Bravo, en Frases para Siempre: “…pues aun teniendo 40 o 50 personas al lado nadie se va a morir conmigo”. Y esto contando, con tener a alguien afectuoso al lado; pues hay quienes aun estando rodeados de gran cantidad de personas durante su vida, al momento de su muerte consideran que perdieron el significado para estas, un motivo más para sentirse agobiados y verdaderamente solos.

Es así entonces, como la Soledad se convierte en un vacío, un espacio en el que sólo está el “Yo”, generando un gran temor a enfrentarse precisamente con éste, ya que a lo largo de la vida, desde el momento de la concepción ha sido un “Yo” marcado por las huellas familiares y sociales, es decir, un “Yo” nombrado desde los otros, pero no un “Yo” como sí mismo. Y ¿A qué le puede temer más el hombre, sino a aquello que no conoce; a eso de lo que se ha hablado tanto durante su existencia, pero que jamás se detuvo a pensarlo como suyo? En este caso, la muerte de su Yo, aspecto que hace parte de su propia vida, pero que aun así desconoce…El Yo como imagen de los otros, como un simple observador de una realidad en la cual no cabía posibilidad de finitud; y la muerte…irrepresentable…

Podría decir entonces que cuando el moribundo se enfrenta a esta terrible realidad, de la agonía y la soledad ante su muerte, lo que lo agobia ferozmente es no saber qué o quién fue durante su vida, que papel cumplió en la sociedad, cuando no se ha hecho de la existencia algo particular; volviendo a los pensamientos de Iván Ilich: “¿Cómo es posible que la vida fuera tan carente de sentido, tan repugnante?...¿Acaso viví como no debía vivir? (p.80)...Le bastaba recordar quien era hacía tres meses y en quién se había convertido; (p.82)…Pero si por lo menos pudiera comprender el por qué de todo esto. También ello resulta imposible. Podría explicarse si afirmara que no he vivido como hacía falta vivir. Mas no hay manera de reconocer que ha sido así –se decía recordando la legalidad, la normalidad y el decoro de su vida…” (p.83-84); pensamientos que lo hicieron sonreír, pero que como sucede a muchos enfermos al final de la vida, se vuelven contra sí mismos, ubicándolos en otra posición, donde el sufrimiento y la insatisfacción moral les permiten observar lo que ha sido su vida desde otra perspectiva, resultando evidente que lo que han constituido no es lo que debía ser, sino una gran mentira de la cual ya no pueden escapar.
Es precisamente, cuando llega el momento de descubrir que la vida no era lo esperado y que no puede retroceder, cuando el enfermo comienza a desear su fin, para querer librarse de tanto sufrimiento; ya sea con resignación o con real aceptación.

Revisemos pues a partir de lo expuesto hasta ahora, como al momento del diagnóstico de la enfermedad, cuando se reafirma la agonía por estar viviendo y ¡Viviendo de qué manera!...hay también un congelamiento, un querer volver atrás y no poder; en cambio no querer dar el paso final, pero tener que hacerlo. Y resignarse a que jamás, en lo que queda de su existencia, logrará apartarse de su nueva condición, ya sea por pretender continuar con su vida negando su verdad, o porque a partir de ésta, desea luchar contra su estado actual. “Desde el propio comienzo de la enfermedad, desde que Iván Ilich visitó por primera vez al doctor, su vida se hallaba dividida por dos estados de ánimo contrapuestos y que se sucedían entre sí; ya se apoderaba de él desesperación creyendo en la inminencia de una muerte incomprensible y espantosa, ya le iluminaba la esperanza y observaba con mayor interés el funcionamiento de su cuerpo” (La muerte de Iván Ilich, p.82)

Entonces ¿Cómo no enfadarse consigo mismo por haber permitido que su vida hiciera parte del común; con la vida por tener una compañera tan cruel y funesta; con los otros, que en muchas ocasiones, a pesar de ser muchos y de estar siempre ahí, no han logrado hacerle sentir su compañía?
Por supuesto entonces, que tiene el hombre que esforzarse por evitar o escapar de la experiencia existencial de ese encuentro con su individualidad, que no es más que el producto de la soledad. Soledad como viaje a la búsqueda de algo que ya tenía en sí mismo, antes de nacer y al momento de morir; ese momento tormentoso de reconocimiento y de aceptación de la paradoja de existir: vivir para morir o vivir muriendo.
Y un congelamiento que atrapa el tiempo, los afectos, los recuerdos y los sueños; los logros y los objetivos; una introspección forzada, dura y exigente de lo que ha sido su vida, en la que sólo pueden continuar aquellos que le rodean y que han hecho parte de ésta, no como consecuencia, sino como esencia. Es el congelamiento de la existencia del ser que muere, que no simula, pero tampoco expresa; simplemente, porque es un espacio en el cual el único que cabe es él mismo.

No me queda más que citar a Carlos Mario González, cuando en su escrito “Muerte con dignidad, eutanasia y suicidio”, plantea:

“Porque existir es hacer una vida dotada de sentido. El hombre es el ser que busca hacer sentido con su vivir. Por eso cuando se quiebra el orden del sentido, cuando el hombre pierde la posibilidad de sentido, su vida humana ha llegado también a su fin.”
[1]RUIZ, Mario. “Un Yo ensombrecido”.

lunes, 4 de enero de 2010

DE LA IMPERFECCIÓN DEL PSICÓLOGO

Lamento informar a todos aquellos quienes alguna vez en su vida han tenido el placer o el desagrado de encontrarse frente a un psicólogo o a algo relativo a tan excelsa profesión, que sólo han visto una pequeña parte de lo que es un ser humano con una elección diferente a cualquier ingeniería, matemáticas, medicina, astronomía, etc…pues quizás por enaltecer a dicho ser (cosa que este último pudo promover), no se han dado a la labor de indagar un tanto más allá de lo que este representa para sus vidas, a lo mejor porque la misma profesión hace parecer que es un individuo un tanto aislado, con un poder sobrenatural (esto para quienes no tienen alguna referencia sobre el quehacer del psicólogo); ya que se ha pensado erróneamente que es el psicólogo quien “cura” a los individuos que acuden a él buscando una posible solución a sus conflictos, elemento tal muy importante a la hora de hablar de consulta psicológica, si se tiene claro que cada individuo es responsable de sus actos y de sus decisiones, así como libre de elegir las diferentes opciones que se le presenten en el camino. Por lo tanto, quien asiste a una consulta terapéutica es el responsable de hallar sino una solución, por lo menos una manera más soportable de llevar su existencia; y la función del psicólogo es acompañarle en la búsqueda de dicha respuesta.

Es así pues, como por el hecho de no conocer a cabalidad (aspecto imposible si de ser humanos se trata), quien es y qué hace un psicólogo, el común de los individuos le consideran como un ser inabordable, pero que todo lo sabe, con una receta mágica para todas las inquietudes que se le plantean y peor aun, con la facilidad de resolver sus propios conflictos con la “vara mágica” que se la ha concedido al recibir su formación académica y el diploma que así lo acredita. Es aquí donde nos encontramos con aquellas frases coloquiales: “¿Usted es el psicólogo y no puede arreglar su vida?”, “¿Qué te dicen mis ojos?”, “Usted como psicólogo debería…”
Nuevamente, me enorgullece decepcionarlos al reiterar que el título que se nos ha conferido a nivel académico no nos hace mejores individuos, simplemente, nos permite adentrarnos un poco más en pensamiento del ser humano, en sus acciones, tratar de comprender más profundamente el por qué de sus comportamientos, verlo como un ser integral, con todo lo que esto podría significar…Pero no olviden, los psicólogos por más que intentemos comprender el mundo, se nos dificulta porque nos equivocamos, pensamos, actuamos, nos movemos; ya que también hacemos parte de eso que ha sido denominado “Ser Humano”.

DE LA DEGRADACIÓN DE LA AUTORIDAD

“Pocas cosas desmoralizan más que la injusticia hecha en nombre de la autoridad y de la ley.” Concepción Arenal

Uno de los aspectos inquietantes al momento de hablar de educación es el de la autoridad. Desde la etimología de la palabra misma (autoridad, del latín auctoritas: poder, investidura); en el Diccionario de la Lengua, se encuentra que la autoridad es potestad, facultad; y lo que para los filósofos significa (virtud que permite a una persona imponer unos criterios, una doctrina, una sumisión o una obediencia, sin que intervenga como elemento determinante para el acatamiento la evidencia intrínseca de la proposición que se enuncia o la bondad del comportamiento que se ordena, aunque esa bondad o esa evidencia puedan darse como supuestos objetivos.[1]); puede verse co total claridad que siempre hay alguien que la ejerce y otro que simplemente, obedece.

Es a partir de dicho término que pretendo elucidar en este escrito, un poco del por qué de la autoridad quebrantable que se vive en la actualidad; ¿Seguirá llamándose entonces autoridad?
Para esto me basaré en las raíces griegas, ya que como es de saberse la disciplina que nos compete, la psicología, nace allí en la cuna de Grecia.

Pero ¿Qué es aquello que realmente cuestiona cuando se ejerce la autoridad al educar? Precisamente, la paradoja existente entre los dos términos, ya que como vimos, la autoridad es la facultad de hacer obedecer a otros, mientras que educar es permitir a otros, sacar de sí mismos. Entonces, tal contradicción idiomática quizás permita la confusión cuando se pretende que quienes están en el poder, en la enseñanza o poseen dicha potestad en cualquiera de sus formas, opaquen aquello que quien está a su cargo, bajo su supervisión, tiene para aportar, todo por el hecho de no reconocer otro aspecto fundamental, como lo es el de la libertad; pues en muchos casos, la autoridad coarta esta última, impidiendo así el pleno desarrollo de la individualidad. ¿Qué es lo que le da sentido pues a la autoridad? La libertad, aquello que es reconocido por otros, y ¿Cómo se reconoce? Por la individualidad que permite que el mismo hombre se identifique con aquel otro que le está guiando, dirigiendo, enseñando; pues como la misma filosofía lo dice, la autoridad esconde en las órdenes que se imparten, sino un criterio absoluto, al menos razones para aceptarla; es así como en la educación, el proceso de enseñanza atesora la verdad. Es decir, quien escucha atento, con emoción, con agrado a su maestro, a su padre o a quien haga sus veces, está creyendo en lo que ese superior le está transmitiendo; pero cuando no existe tal agrado, es cuando comienza a desequilibrarse lo que la palabra autoridad encierra como tal.

Podría decir que ese desequilibrio no es más que por la incomprensión del significado de las cosas, por el acomodo de las mismas para quien las necesita; ya que si los griegos nos mostraban lo que para ellos era tan agradable como el aprendizaje, el escuchar a sus maestros; en la actualidad ocurre algo totalmente diferente, y es que los jóvenes no CREEN en quien pretende transmitirles un saber. Y puede ser muy osado de mi parte, pero lo justificaré de tal modo que diré: ¿Cómo creer en alguien que si no levanta la voz considera no será escuchado o le faltaría “autoridad”?, o ¿Cómo creer en alguien que en su afán por comprender a los jóvenes, transgrede el límite que la naturaleza le ha conferido con la autoridad, y se asemeja a ellos, para ser más amigos?

Eso no es lo que buscan los jóvenes. Todos se quejan de sus actitudes, de su rebeldía, de su irreverencia, y pretenden que asumiendo las dos posiciones anteriores, se les escuche, se les obedezca; esto porque no acogen lo que también denominó Aristóteles como término medio: aquel equilibrio entre dos posiciones, conceptos. O quizás por qué ni ellos mismos creen en su saber, en aquello que están impartiendo; existe una frase, de la cual no recuerdo el autor, pero de todas formas me atreveré a citar: “Quien dice la verdad, no encuentra razón para levantar la voz”, pero tampoco para quedarse inmóvil. Los jóvenes están en medio de su confusión y su mal llamada rebeldía queriendo ser nombrados desde otras perspectivas, pidiendo que se les reconozca por sus habilidades; pero ¿Cómo se van a reconocer sus habilidades, si en el afán de ‘educarlos’, se les apabulla, para que hagan todo lo que su superior o maestro les dice, porque sencillamente: él tiene el poder?

Es así pues, como la famosa irreverencia, la tan nombrada rebeldía, no son más que un grito de desesperación por no saber cuál es su lugar en el mundo, ya que como decía Francoise Dolto en su libro ‘La causa de los niños’, los espacios físicos son cada vez más amplios, pero el espacio familiar es mucho más reducido; pues en el hogar cada uno de los miembros opta por realizar sus deberes sin importar el estado de ánimo o la relación que se tenga con los otros; el tiempo de convivencia entre estos es cada vez más paupérrimo, no sólo en cantidad, pues hasta la calidad se volvió casi inexistente. Llevando esto a los jóvenes a involucrarse con la sociedad por medio de cualquier otra estrategia que la misma les facilite aun con sus prohibiciones; ya que ni en la escuela se sienten animados, porque cuando no les están gritando para llamar su atención, los están dejando a su libre albedrío. Y luego, como dice Bruno Bettelheim en su libro ‘Diálogos con las madres de niños normales’: “Queremos que nuestros hijos vivan a su manera y que desarrollen libremente su personalidad. Hemos tomado esta postura porque creemos en la libertad y sabemos que la opresión es peligrosa. Pero al mismo tiempo queremos que su desarrollo conduzca a las metas que nosotros hemos señalado. Por temor a estropear su espontaneidad y felicidad, nos abstenemos de imponerles nuestros deseos; sin embargo, queremos obtener los mismos resultados que si lo hubiéramos hecho”[2]

Acaso esa subversión de la autoridad por el poder o por la permisividad ¿No es una degradación de la autoridad?



BIBLIOGRAFIA
DOLTO, Francoise. La causa de los niños. Argentina. 1986.
OAKLANDER, Violet. Ventanas a nuestros niños. Chile. Editorial Cuatro Vientos.
BETTELHEIM, Bruno. Diálogos con las madres de niños normales. Círculo de lectores. Bogotá.
Artículo de Internet; consultado el día 15 de mayo de 2009. Disponible en http://www.monografias.com/trabajos16/comportamiento-humano/comportamiento-humano.shtmlArtículo de Internet, consultado el 30 de noviembre de 2009. Disponible en http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5636&cat=filosofia
[1]Artículo de Internet, consultado el 30 de noviembre de 2009. Disponible en http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=5636&cat=filosofia
[2]BETTELHEIM, Bruno. Diálogos con las madres de niños normales. Círculo de lectores. Bogotá. P.9

¿QUE FUNCION CUMPLE LA COMUNICACIÓN DE INCONCIENTES EN UN TRABAJO TERAPEUTICO, BASADO EN LA SIGNIFICACION INDIVIDUAL DEL SUEÑO?

A raíz de la Interpretación de los Sueños, Freud, realizó un concepto de aparato psíquico, sugiriendo una idea de cierto tipo de organización, pero además, concediéndoles una determinada sucesión cronológica. La coexistencia de los distintos sistemas que conforman el aparto psíquico, no deben interpretarse en el sentido anatómico que le conferiría una teoría de las localizaciones cerebrales. Implica únicamente que la energía debe seguir un orden fijado por el lugar que ocupan diversos sistemas.

Los sueños son la reconstrucción de los pensamientos oníricos, a través de los contenidos latente y manifiesto, mediante los mecanismos de condensación y desplazamiento; es decir, son una función psíquica del durmiente.
Aunque reprimidos por la censura, los impulsos siguen luchando contra aquella, dando a una buena parte de las acciones un carácter de transacción entre lo que consideramos nuestros motivos y lo que nos motiva el inconciente. Ya Freud, estableció que el sueño es la “Realización enmascarada de los deseos e impulsos reprimidos”.

A partir de lo anterior, se puede comenzar a abordar la importancia del sueño en un trabajo terapéutico, aunque como nos lo dice Jung: “La utilización terapéutica del análisis onírico es todavía objeto de muchas controversias”[1]; ya que como él mismo lo afirma, muchos médicos consideran el análisis onírico como indispensable en el tratamiento de las neurosis; en tanto que muchos otros, niegan toda validez a este, rebajando el sueño a insignificancia. También aclara Jung, la importancia de fundamentar el análisis onírico en el inconsciente, ya que el objetivo de dicho análisis es investigar y hacer conscientes, contenidos antes inconscientes, que pueden aportar algo en la explicación y tratamiento de las neurosis.
Cabe decir, que el médico debe prometer un efecto terapéutico, al dilucidar la etiología inconsciente de una neurosis, desde los sueños iniciales, ya que, como también es afirmado por la teoría freudiana, en particular, los del comienzo del tratamiento, aclaran dicho factor etiológico esencial.

En su trabajo, de la Significación individual del sueño, Jung, nos plantea desde su vasta experiencia y conocimiento, el por qué de prestar atención a aquellas “iluminaciones”, como él mismo llama a los momentos en los cuales el paciente relata sus sueños, sobre todo al inicio del tratamiento, y da unas grandes muestras de esto, como ejemplos desde su labor terapéutica; diciendo también como el sueño describe la situación íntima del soñador, situación de la cual, el consciente no quiere saber nada o lo hace de mala gana.

En este punto, se hace necesario demostrar, la importancia de la escucha y la atención, para darle lugar a la interpretación del sueño tal cual es, que representa la verdad del paciente, y no como lo desea el terapeuta.

Esto de acuerdo con Jung, cuando dice discutir que numerosas neurosis, tienen un origen traumático en la infancia, ya que insta al médico a concentrar su atención en el pasado, a pensar en el origen, más que en el objetivo de las cosas, y quizás, olvidando en algunos casos, la necesidad del paciente de acabar con su síntoma. Es aquí, cuando también Jung, nos relata el ejemplo de algunos casos por él tratados y por otros terapeutas, en los que por el terapeuta fijar su mente en los acontecimientos pasados del paciente, olvidando cosas de importancia inmediata, hace que estos desistan del trabajo terapéutico, causando, tal vez una desorientación total.

Es entonces, cuando me permito hablar del valor y la alta jerarquía que debe darse a la comunicación entre inconscientes o acto mental subjetivo de la comprensión, mas no unilateral del médico.

¿A qué se refiere entonces, el asunto de comunicación de inconscientes y que efectos tiene en el trabajo terapéutico?
Lo inconsciente se asocia a una caja negra donde están los recuerdos traumáticos y los deseos inaceptables. Es necesaria una censura que mantenga estos contenidos en la caja, de manera que no afloren a la conciencia. Entonces, cuanto más intensos sean estos contenidos, mayor será el esfuerzo de la censura. Esos deseos piden ser satisfechos, pero son censurados por ser socialmente inaceptables. Lo reprimido lucha por su realización según la lógica del deseo. En lo reprimido está nuestra falta, nuestra fantasía. En la fantasía se elabora la pulsión de manera que se nos aparecen nuestros deseos. Lo inconsciente-reprimido se restituye en los sueños, en los actos fallidos, en los lapsus, en los actos no pensados, en las somatizaciones, en el síntoma. No obstante, el sueño es el producto más característico del inconsciente. El sueño es la realización imaginaria de un deseo.
El ser humano tiene pulsiones, las cuales son reconducidas, bloqueadas o estimuladas por la sociedad a partir de la introyección de la norma, del súper-yo, de los mandatos sociales. El inconsciente se desarrolla con la conciencia moral, con la vigilancia permanente de nuestro mundo interior, para que de éste no emerjan sentimientos o los deseos reprimidos. El inconsciente es una dimensión permanente de la vida humana, que tiene que ver con el cuerpo, las sensaciones y los afectos. “Entonces, el inconsciente no es tanto un depósito, sino un flujo activo y permanente, que rodea lo que podría llamarse el foco de nuestra atención conciente. Esta atención consciente remite a palabras e ideas, a un diálogo interior reflexivo. El inconsciente fluye, la conciencia retrocede, examina, duda”[2]

El inconciente es capaz de registrar impresiones que escapan a nuestra conciencia, pero que de todas maneras ingresan en nuestro mundo interior. Las experiencias y sensaciones que tenemos, a nivel inconsciente influyen sobre nuestro estado de ánimo, nuestra conciencia y la conducta, de tal modo que se nos es difícil explicar. Pero con el análisis, se puede encontrar una posible explicación a dichas sensaciones, para no permitir que nos afecten. Para esto es necesario un diálogo con el inconsciente, este diálogo se da entre aquellos contenidos que han sido identificados, y por el otro lado, se examinan dichos cambios, a través de la asociación libre, para reconstruir la complejidad de las causas de tal estado anímico.

El diálogo entre inconscientes exige tanto por parte del terapeuta, como del paciente, una libertad, una ausencia de miedo. Pero este diálogo no se desarrolla en personas con ciertas estructuras patológicas. La libertad en el diálogo con el inconsciente, permite establecer un diálogo con el inconsciente del otro. Es decir, una comunicación entre inconscientes por medio de la cual los individuos desarrollan vínculos transferenciales, que en el proceso terapéutico, permite que afloren contenidos inconcientes, y de esta manera sentir que está pasando en el otro. Este vínculo es la base de la relación terapéutica y del avance en el proceso clínico. Para que se de ésta comunicación, es necesario que haya una atención flotante por parte del terapeuta. Y el paciente se deja llevar por la asociación libre. O sea, dice lo que se le ocurre sin pensar, sin censuras ni propósitos. La comunicación inconsciente es más un sentir que un pensar. De ahí, que sea tan primordial esta comunicación a la hora de un trabajo terapéutico, y más aun teniendo en cuenta la significación del sueño a nivel individual.

Para terminar, retorno a los escritos de Jung:
“Los sueños son las exteriorizaciones específicas del inconsciente que surgen en el consciente. El alma tiene un aspecto diurno: la conciencia; tiene también un aspecto nocturnos: el funcionamiento psíquico inconsciente que se puede concebir como semejante a los fantasmas de una imaginación soñadora. Ahora bien, la conciencia no está constituida únicamente por deseos y temores, sino también por una infinidad de otras muchas cosas; del mismo modo, y con toda verosimilitud, el alma de nuestros sueños esconde una riqueza de posibilidades vitales, comparable o incluso superior a la de la conciencia, la cual, por naturaleza, es sinónima de concentración, de limitación y de exclusivismo”[3]

BIBLIOGRAFÍA
JUNG, Carl Gustav. Los complejos y el inconsciente. 1944.
· Artículo de Internet, consultado el 14 de agosto de 2008. Disponible en http://gonzloportocarrero.blogsome.com/2005/09/14/elinconsciente
· FREUD, Sigmund. La Interpretación de los sueños. 1900. Amorrortu Editores.
[1]JUNG, C. Gustav. Significación individual del sueño, en Los Complejos y el Inconciente. P. 206.
[2]Artículo de Internet, consultado el 14 de Agosto de 2008. Disponible en http://gonzloportocarrero.blogsome.com/2005/09/14/elinconsciente
[3]Op cit. JUNG, Carl Gustav, …P. 215

DE LA METÁFORA COMPUTACIONAL COMO REPRESENTACIÓN MENTAL

Desde siglos atrás, el hombre ha estado inquieto por todo lo que gira a su alrededor, naturaleza, pares, movimiento, sistema solar e incluso por él mismo; no sin antes darse cuenta de que las cuestiones que le surgían tenían todo un proceso y hasta porque no, una finalidad. Es desde entonces, cuando aparte de todo lo que pretende indagar acerca del mundo externo, se preocupa precisamente, por eso que lo lleva a preguntarse, a investigar, a conocer….Entonces, piensa y se mueve en torno a ¿Cómo puedo preguntarme acerca de algo?, ¿Cómo es posible conocer?

Eh ahí, el dilema que la mente humana trata de resolver sobre ella misma, nada más y nada menos que ¿Cómo conocemos? Es cuando la mente se esfuerza por demostrar una de sus características más complejas y persistentes…”comprenderse la propia mente”…vaya asunto.

Sería redundar hacer un recuento, de cómo nuestros antepasados, incluyendo a Platón, Aristóteles y quizás muchos otros primeros que éstos, trataron de resolver dicha inquietud desde sus propias experiencias y vivencias cotidianas, enseñando a otros sobre eso que llamamos “conocimiento”.
Más adelante, investigadores, filósofos, psicólogos, etc, también han agotado un cúmulo de opciones para tratar de demostrarnos como es que se produce tan complejo proceso; ya vemos como ejemplos de esto a los conductistas: Watson, Skinner; y como ellos a tantos otros que nos han hecho confiar por lo menos en ciertos tiempos en sus propuestas. Pero como es de la naturaleza humana, el estar en movimiento, cuestionándose, nunca ha sido suficiente respuesta alguna, o si me puedo atrever a decirlo, no ha habido respuesta, ¿qué podría esperarse?, también hago parte de esa extraña raza de los humanos.

Luego de dar vueltas y recorrer el mundo, experimentar y comparar, a un grupo de tantos hombres se le ocurrió otra de tantas cosas: al ver que aun no halla solución a la pregunta sobre el proceso humano de la información y del conocimiento, decidió apoyarse en “La metáfora computacional”, y como somos seres pensantes, racionales, que nos representamos cualquier cosa por más inimaginable que sea, optamos por considerarlo como una posible respuesta así sea de manera análoga y con todo lo que esto implique.

Puedo continuar entonces, reafirmando que tal Proceso Humano de la Información, difiere del conocimiento, en la medida en que la información designa aquellos datos que se hace necesario significar para darles una trascendencia; mientras que el conocimiento, es la aprehensión de la realidad de la cual percibimos datos que la componen, mas no la forman en su totalidad. A pesar de sus diferencias, no podríamos dejar de reconocer que ambas se complementan, ya que la una conduce a la otra.

En cuanto a la metáfora computacional, no queda más que recordar que es aquella similitud entre la forma como conocemos y procesamos nuestra información acerca del mundo, incluyendo aquella capacidad de adaptarnos a éste, o como suena mejor desde una perspectiva funcional: ”inteligencia”, ya que los ambientes humanos pueden diferir de innumerables maneras, lo que da como resultado diferencias de desempeño en cada uno de éstos; y la manera como la hacen los ordenadores; cosa que ha tenido como enfoque la explicación del trabajo mental y la construcción de algoritmos por medio de los cuales las computadoras podrían realizar tareas, antes reservadas a los seres humanos.

A partir de este pequeño repaso, sobreviene entonces, otra idea y es aquella de la inteligencia, ya que si se concibe como la manera que tiene el ser humano para adaptarse al contexto, que podría decirse entonces de una computadora…no sería más bien, el hombre mismo quien la siga programando para ajustarla a sus necesidades e intereses…y si la computadora realiza su proceso desde un modelo lógico-matemático, podría pensar entonces, que estamos reduciendo al hombre a pensamiento…¿Dónde quedan entonces los afectos, la capacidad de reproducción, las relaciones interpersonales? Y si al momento de tener que elegir entre varias opciones, el hombre se ve obligado a todo un ininteligible proceso, ¿Cómo sujetarlo entonces, a la actividad mental como procesamiento de información, teniendo en cuenta, que la mayoría de las veces, dicha elección subyace más que de un control, de un deseo?
Aunque no puedo negar, que la mayoría de las confusiones, se han dado por considerar que lo que se piensa desde la Inteligencia Artificial con la metáfora computacional, no es reemplazar al hombre por una máquina, sino que ésta pueda facilitarle la realización de sus tareas en diferentes aspectos. Está bien que en esta teoría se equipara la actividad mental con los procesos computacionales, pero la idea es, como mencioné al principio de este escrito, realizar una semejanza, de tal modo que el ser humano pueda tener cierta tranquilidad con respecto al querer conocerse e interpretarse, aun cuando esto le dificulte cada vez más el lograrlo. Pues mientras, se siga hablando de seres humanos, pensantes, capaces de representarse o referirse un mundo, se hablará de la posibilidad de crear, de construir y jamás será suficiente, ya que esa finalidad, a la cual también me referí, no es más que ese mismo proceso por el cual el hombre evoluciona humana, técnica y socialmente. Y más que la relación entre la manera como procesamos la información y las máquinas, está aquella que hay entre quienes se las ingenian y la utilidad de estas.

No podemos olvidar entonces, que más en nuestra profesión de psicólogos, y especialmente de investigadores, nos vemos enfrentados a conocer las limitaciones de la mente en el procesamiento de la información y básicamente, a comprender las posibilidades humanas de representación y acceso al conocimiento de la realidad. Y además, que hay quienes son tan optimistas, que consideran, a partir del paralelismo entre la metáfora computacional y la mente humana, que incluso los procesos mentales son computables y que por lo tanto, hay un camino abierto para la comprensión total del conocimiento humano, tendiendo el cuerpo a “desaparecer” y a “ser” sólo mente…

Desde lo anterior, quiero exponer mi insatisfacción por el afán del hombre de querer fragmentarse a sí mismo, por su incapacidad para verse desde una perspectiva integral, ya que si no fuera por todo lo que lo conforma: cuerpo, mente, aun el mundo exterior; ni siquiera se llamaría humano, sería más una especie de robot con características de hombre. Y también, a la par que se divide, pretende hacerlo con las diferentes teorías, disciplinas, etc; Es que acaso, ¿No sería más fácil, para todo lo que el mismo hombre pretende construir, unir fuerzas, disciplinas, conceptos, y así llegar a comprenderse un poco más a sí mismo?, o es que ¿La pretensión de comprender su mente, es tan mentirosa, que por tal motivo, prefiere ubicarse alejado de quienes puedan aportarle a sus ideas? O realmente, ¿Somos tan egoístas, que ni el conocimiento de sí mismos, lo consideramos propio de ser transmitido a otros?
O también, quizás, la finalidad de la mente humana, tampoco sea comprenderse, porque dejaría de ser mente…


BIBLIOGRAFÍA

Ø GARDNER, Howard. La nueva ciencia de la mente. Ediciones Paidós. Barcelona. 1987
Ø GARDNER, Howard. Estructuras de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples. 1994
Ø HESSEN, J. Teoría del conocimiento. 1925
Ø Artículo de Internet: http://www.cetepo.com.ar/paginas/articulos/evolucionobjetivos.html
Ø RESTREPO, Milena. Inteligencia Artificial y Psicología. 2008

INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y PSICOLOGÍA

A partir de este escrito, pretendo insistir en que no es necesario que los psicólogos sigamos recorriendo el mundo con el narcisismo y omnipotencia a una altura que no nos permita relacionarnos fácilmente con nuestros contemporáneos y el resto del universo, con el ojo clínico tan agudo que nos impida ver de una manera sencilla cuando así se requiera, sino más bien que nos dediquemos a entender el por qué de ciertos hechos y acontecimientos en la vida del hombre, sin cerrarnos la puerta a nuevas experiencias compartidas con personas cultas en otros saberes o conocimientos, es decir, hago un llamado a la interdisciplinariedad.
El otro conocimiento del cual me ocuparé en este ensayo, aparte de la Psicología, es la Inteligencia Artificial, y diré por qué estoy segura que no debe verse como algo alejado de nuestro mundo profesional, sino como un compañero de camino.
Para introducirme en mi demanda, definiré los conceptos de Psicología e Inteligencia Artificial:
PSICOLOGÍA: “Es la disciplina que estudia la mente y la conducta, como disciplina abarca todos los aspectos de la experiencia humana, desde las funciones del cerebro hasta el desarrollo de los niños, de cómo los seres humanos y los animales sienten, piensan y aprenden a adaptarse al medio que les rodea. La psicología moderna se ha dedicado a recoger hechos sobre la conducta y la experiencia, y a organizarlos sistemáticamente, elaborando teorías para su comprensión. Estas teorías ayudan a conocer y explicar el comportamiento de los seres humanos y en alguna ocasión incluso a predecir sus acciones futuras, pudiendo intervenir sobre ellas”[1] Podría decir entonces que es una disciplina integral.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL: “Bien podría afirmarse que la historia de la inteligencia artificial comienza en el año 450 a. de C, cuando Platón cita un diálogo en el que Sócrates le pregunta a Eutidemo: "Desearía saber cuál es la característica de la piedad que hace que una acción se pueda considerar como pía... y así la observe y me sirva de norma para juzgar tus acciones y las de otros."’[2] (Hubet Dreyfus).
“La Inteligencia Artificial comenzó como el resultado de la investigación en psicología cognitiva y lógica matemática. Se ha enfocado sobre la explicación del trabajo mental y construcción de algoritmos de solución a problemas de propósito general; ha explorado la forma en que las computadoras podrían realizar las diferentes tareas que antes estaban reservadas a los seres humanos, como resolver problemas, planear a futuro, demostrar teoremas, jugar ajedrez, conversar y entender un lenguaje, componer música, etc”[3]. Esta es una de las muchas definiciones de la Inteligencia Artificial, pero podría decirse que son programas que realizan tareas que si fueran hechas por seres humanos, se considerarían inteligentes.
A partir de estas cortas concepciones, me remito a continuar con el lazo que une a estos dos grandes tipos de saber y de conocimiento.
Como se menciona en las definiciones y luego de una grata conversación con alguien muy interesado en el tema, estas dos ramas son un complemento, ya que la Psicología y uno de sus importes como lo es la Inteligencia, han sido uno de los pilares para lo que hoy es la Inteligencia Artificial. Cabe anotar, que una de las posibles diferencias que existe entre éstas es que la Psicología pretende observar la particularidad, subjetividad e individualidad de las personas, pero en algunos casos, se le hace necesario recurrir a la estandarización y a lo que hacen las matemáticas y la lógica, que es generalizar conceptos y definiciones (o números), y cuando se les presenta algo muy particular crean teoremas o postulados, para poder abordar dichas “irregularidades”.
Antes se dice que la Psicología moderna intenta recoger experiencias y conductas, sistematizarlas y elaborar teorías para su comprensión. En la Inteligencia Artificial, se habla de los Sistemas Expertos, como aquellos que tienen información específica de un dominio concreto, pudiendo resolver problemas de relativa dificultad; pueden almacenar conocimientos para un campo determinado y solucionar un problema mediante deducción lógica de conclusiones. Los sistemas expertos “son programas tan variados como los que diagnostican infecciones en la sangre e indican un tratamiento, los que interpretan datos sismológicos en exploración geológica y los que configuran complejos equipos de alta tecnología. Tales tareas reducen costos, reducen riesgos en la manipulación humana en áreas peligrosas, mejoran el desempeño del personal inexperto, y mejoran el control de calidad sobre todo en el ámbito comercial”[4].
En Psicología, las teorías que tratan de comprender las experiencias y conductas del ser humano, pueden llegar a predecir sus acciones e intervenir sobre ellas, para que quizás en algún momento se le evite un conflicto o si se presenta, lo pueda solucionar de la mejor manera. En Inteligencia Artificial, se pretende que las computadoras realicen actividades propuestas para el ser humano, pero que si son hechas por máquinas, tal vez puedan permitirle al hombre dedicarse a muchas de las cosas que quizás ha olvidado por los afanes del mundo moderno. Ya lo decía Freud, en ‘La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna’: “Los extraordinarios logros de los tiempos modernos, los descubrimientos e invenciones en todos los campos, el mantenimiento del progreso frente a la creciente competencia, sólo se han logrado mediante un gran trabajo intelectual, y sólo éste es capaz de conservarlos…todo se hace de prisa y en estado de agitación: la noche se aprovecha para viajar, el día para los negocios, aun los ‘viajes de placer’ son ocasiones de fatiga para el sistema nervioso…”[5].
Luego de esto, puedo decir entonces que si el hombre hiciese un buen uso de su intelectualidad, de sus creaciones, de sus máquinas, podría acaso, seguir cultivando su espíritu, su inteligencia, sus intereses personales, etc. Pues si el hombre posee la inteligencia para mejorarse a sí mismo y aportar su grano de arena para vivir un mundo más tranquilo, ¿Por qué no permitírsele a nuestros grandes científicos y estudiosos de todas las ramas del saber, que sigan investigando y actuando para realizar ideales en Pro del ser humano y de su ambiente?
Además, ¿Por qué hacernos daño con las cosas que el mismo hombre inventa, si tal vez aquel al que se le ocurren tan brillantes ideas, (en este caso el estudio en Psicología e Inteligencia Artificial), no pensó en ningún momento en destruir o en que sus teorías dañaran a alguien o causaran un conflicto entre los seres? Tal es el caso de Einstein y de su intención básica con la teoría de la relatividad, que fue postular que en un punto concreto no se puede distinguir experimentalmente entre un cuerpo acelerado uniformemente y un campo gravitatorio
uniforme. Teoría cual que permitió fundar también el campo de la cosmología. Pero a pesar de la buena intención y de la genialidad de Einstein, fue persuadido por los científicos nucleares de su época, para que instara al presidente de los Estados Unidos sobre la importancia del desarrollo de la bomba atómica. Es entonces un claro ejemplo del poco interés que tienen personajes ilustres de contribuir o de convertirse en peligro para la humanidad. Lo mismo puede ocurrir con la Inteligencia Artificial, que si es vista como una gran ayuda y arbitrio para nosotros los psicólogos y el resto del mundo, se puede lograr un buen uso de dicha teoría; en tanto que a los psicólogos se nos exige el producir respuestas para las preguntas sobre la ética y el espíritu, con las diferentes técnicas y máquinas; y se nos elucida la importancia de plantearnos la pregunta sobre el modo de hacer una ciencia del hombre y preservar los valores que constituyen su humanidad.
Puedo decir entonces, que aunque estoy segura de que la Inteligencia Artificial no puede imitar por completo a un ser humano, si puede ayudarle a éste como muchas otras alternativas, teorías y propuestas, a la hora de resolver muchos de sus asuntos. Considerando también que la función del psicólogo es ayudar al individuo para que tenga conciencia de sí mismo y de su entorno; a la vez que esto le facilita un equilibrio o salud mental (concepto que nos habla fundamentalmente del derecho a vivir en un equilibrio psico-emocional que, aun siendo inestable, porque vivir lo es, no acarree más sufrimiento que el esfuerzo necesario para mantener ese equilibrio o para lograr otro más adecuado a nuevas circunstancias y en relación con la sociedad en general), entonces podemos acompañar a otros seres, para que adquieran esa conciencia de sí, a la par que nosotros nos hacemos mejores personas y grandes profesionales.
Para terminar, quiero citar una frase que tiene que ver mucho con estos conocimientos:
“Puede ser que la mente humana sea demasiado compleja para ser comprendida por la misma mente humana. Pero el deseo de intentar lo imposible parece ser una de sus características más persistentes”[6]
(Sloman, 1978:20)
[1]Artículo de Internet, buscado el 13 de marzo de 2007. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Psicolog%C3%ADa
[2]Artículo de Internet, buscado el 20 de febrero de 2008. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Inteligencia_artificial
[3]Artículo de Internet, buscado el 20 de febrero de 2008. Disponible en http://www.monografías.com/trabajos16/la-inteligencia-artificial/la-inteligencia-artificial.shtml
[4]Artículo de Internet, buscado el 20 de febrero de 2008. Disponible en http://www.monografias.com/trabajos12/inteartf/inteartf2.shtml
[5]Freud, La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna. 1908. Amorrortu Editores.
[6]Artículo de Internet, buscado el 20 de febrero de 2008. Disponible en http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/estudio10/sec_18.html