lunes, 4 de enero de 2010

¿QUE FUNCION CUMPLE LA COMUNICACIÓN DE INCONCIENTES EN UN TRABAJO TERAPEUTICO, BASADO EN LA SIGNIFICACION INDIVIDUAL DEL SUEÑO?

A raíz de la Interpretación de los Sueños, Freud, realizó un concepto de aparato psíquico, sugiriendo una idea de cierto tipo de organización, pero además, concediéndoles una determinada sucesión cronológica. La coexistencia de los distintos sistemas que conforman el aparto psíquico, no deben interpretarse en el sentido anatómico que le conferiría una teoría de las localizaciones cerebrales. Implica únicamente que la energía debe seguir un orden fijado por el lugar que ocupan diversos sistemas.

Los sueños son la reconstrucción de los pensamientos oníricos, a través de los contenidos latente y manifiesto, mediante los mecanismos de condensación y desplazamiento; es decir, son una función psíquica del durmiente.
Aunque reprimidos por la censura, los impulsos siguen luchando contra aquella, dando a una buena parte de las acciones un carácter de transacción entre lo que consideramos nuestros motivos y lo que nos motiva el inconciente. Ya Freud, estableció que el sueño es la “Realización enmascarada de los deseos e impulsos reprimidos”.

A partir de lo anterior, se puede comenzar a abordar la importancia del sueño en un trabajo terapéutico, aunque como nos lo dice Jung: “La utilización terapéutica del análisis onírico es todavía objeto de muchas controversias”[1]; ya que como él mismo lo afirma, muchos médicos consideran el análisis onírico como indispensable en el tratamiento de las neurosis; en tanto que muchos otros, niegan toda validez a este, rebajando el sueño a insignificancia. También aclara Jung, la importancia de fundamentar el análisis onírico en el inconsciente, ya que el objetivo de dicho análisis es investigar y hacer conscientes, contenidos antes inconscientes, que pueden aportar algo en la explicación y tratamiento de las neurosis.
Cabe decir, que el médico debe prometer un efecto terapéutico, al dilucidar la etiología inconsciente de una neurosis, desde los sueños iniciales, ya que, como también es afirmado por la teoría freudiana, en particular, los del comienzo del tratamiento, aclaran dicho factor etiológico esencial.

En su trabajo, de la Significación individual del sueño, Jung, nos plantea desde su vasta experiencia y conocimiento, el por qué de prestar atención a aquellas “iluminaciones”, como él mismo llama a los momentos en los cuales el paciente relata sus sueños, sobre todo al inicio del tratamiento, y da unas grandes muestras de esto, como ejemplos desde su labor terapéutica; diciendo también como el sueño describe la situación íntima del soñador, situación de la cual, el consciente no quiere saber nada o lo hace de mala gana.

En este punto, se hace necesario demostrar, la importancia de la escucha y la atención, para darle lugar a la interpretación del sueño tal cual es, que representa la verdad del paciente, y no como lo desea el terapeuta.

Esto de acuerdo con Jung, cuando dice discutir que numerosas neurosis, tienen un origen traumático en la infancia, ya que insta al médico a concentrar su atención en el pasado, a pensar en el origen, más que en el objetivo de las cosas, y quizás, olvidando en algunos casos, la necesidad del paciente de acabar con su síntoma. Es aquí, cuando también Jung, nos relata el ejemplo de algunos casos por él tratados y por otros terapeutas, en los que por el terapeuta fijar su mente en los acontecimientos pasados del paciente, olvidando cosas de importancia inmediata, hace que estos desistan del trabajo terapéutico, causando, tal vez una desorientación total.

Es entonces, cuando me permito hablar del valor y la alta jerarquía que debe darse a la comunicación entre inconscientes o acto mental subjetivo de la comprensión, mas no unilateral del médico.

¿A qué se refiere entonces, el asunto de comunicación de inconscientes y que efectos tiene en el trabajo terapéutico?
Lo inconsciente se asocia a una caja negra donde están los recuerdos traumáticos y los deseos inaceptables. Es necesaria una censura que mantenga estos contenidos en la caja, de manera que no afloren a la conciencia. Entonces, cuanto más intensos sean estos contenidos, mayor será el esfuerzo de la censura. Esos deseos piden ser satisfechos, pero son censurados por ser socialmente inaceptables. Lo reprimido lucha por su realización según la lógica del deseo. En lo reprimido está nuestra falta, nuestra fantasía. En la fantasía se elabora la pulsión de manera que se nos aparecen nuestros deseos. Lo inconsciente-reprimido se restituye en los sueños, en los actos fallidos, en los lapsus, en los actos no pensados, en las somatizaciones, en el síntoma. No obstante, el sueño es el producto más característico del inconsciente. El sueño es la realización imaginaria de un deseo.
El ser humano tiene pulsiones, las cuales son reconducidas, bloqueadas o estimuladas por la sociedad a partir de la introyección de la norma, del súper-yo, de los mandatos sociales. El inconsciente se desarrolla con la conciencia moral, con la vigilancia permanente de nuestro mundo interior, para que de éste no emerjan sentimientos o los deseos reprimidos. El inconsciente es una dimensión permanente de la vida humana, que tiene que ver con el cuerpo, las sensaciones y los afectos. “Entonces, el inconsciente no es tanto un depósito, sino un flujo activo y permanente, que rodea lo que podría llamarse el foco de nuestra atención conciente. Esta atención consciente remite a palabras e ideas, a un diálogo interior reflexivo. El inconsciente fluye, la conciencia retrocede, examina, duda”[2]

El inconciente es capaz de registrar impresiones que escapan a nuestra conciencia, pero que de todas maneras ingresan en nuestro mundo interior. Las experiencias y sensaciones que tenemos, a nivel inconsciente influyen sobre nuestro estado de ánimo, nuestra conciencia y la conducta, de tal modo que se nos es difícil explicar. Pero con el análisis, se puede encontrar una posible explicación a dichas sensaciones, para no permitir que nos afecten. Para esto es necesario un diálogo con el inconsciente, este diálogo se da entre aquellos contenidos que han sido identificados, y por el otro lado, se examinan dichos cambios, a través de la asociación libre, para reconstruir la complejidad de las causas de tal estado anímico.

El diálogo entre inconscientes exige tanto por parte del terapeuta, como del paciente, una libertad, una ausencia de miedo. Pero este diálogo no se desarrolla en personas con ciertas estructuras patológicas. La libertad en el diálogo con el inconsciente, permite establecer un diálogo con el inconsciente del otro. Es decir, una comunicación entre inconscientes por medio de la cual los individuos desarrollan vínculos transferenciales, que en el proceso terapéutico, permite que afloren contenidos inconcientes, y de esta manera sentir que está pasando en el otro. Este vínculo es la base de la relación terapéutica y del avance en el proceso clínico. Para que se de ésta comunicación, es necesario que haya una atención flotante por parte del terapeuta. Y el paciente se deja llevar por la asociación libre. O sea, dice lo que se le ocurre sin pensar, sin censuras ni propósitos. La comunicación inconsciente es más un sentir que un pensar. De ahí, que sea tan primordial esta comunicación a la hora de un trabajo terapéutico, y más aun teniendo en cuenta la significación del sueño a nivel individual.

Para terminar, retorno a los escritos de Jung:
“Los sueños son las exteriorizaciones específicas del inconsciente que surgen en el consciente. El alma tiene un aspecto diurno: la conciencia; tiene también un aspecto nocturnos: el funcionamiento psíquico inconsciente que se puede concebir como semejante a los fantasmas de una imaginación soñadora. Ahora bien, la conciencia no está constituida únicamente por deseos y temores, sino también por una infinidad de otras muchas cosas; del mismo modo, y con toda verosimilitud, el alma de nuestros sueños esconde una riqueza de posibilidades vitales, comparable o incluso superior a la de la conciencia, la cual, por naturaleza, es sinónima de concentración, de limitación y de exclusivismo”[3]

BIBLIOGRAFÍA
JUNG, Carl Gustav. Los complejos y el inconsciente. 1944.
· Artículo de Internet, consultado el 14 de agosto de 2008. Disponible en http://gonzloportocarrero.blogsome.com/2005/09/14/elinconsciente
· FREUD, Sigmund. La Interpretación de los sueños. 1900. Amorrortu Editores.
[1]JUNG, C. Gustav. Significación individual del sueño, en Los Complejos y el Inconciente. P. 206.
[2]Artículo de Internet, consultado el 14 de Agosto de 2008. Disponible en http://gonzloportocarrero.blogsome.com/2005/09/14/elinconsciente
[3]Op cit. JUNG, Carl Gustav, …P. 215

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